ingrassia/colovini on 26 Dec 2000 04:02:20 -0000 |
[Date Prev] [Date Next] [Thread Prev] [Thread Next] [Date Index] [Thread Index]
[nettime-lat] michel houellebecq |
Persona non
grata, escritor maldito con manías finiseculares, Michel Houellebecq carga
sobre sus hombros las pesadas banderas del pesimismo. Alguien tenía que hacer el
trabajo sucio. Con sólo dos novelas publicadas -Ampliación del campo de
batalla y la recientemente traducida Las Partículas
Elementales,
Houellebecq
arremete contra todo y patea el tablero de la narrativa francesa combinando en
su pequeña persona la figura del terrorista tirabombas y la del novelista de
éxito que ya ha sido traducido a más de veinticinco
idiomas.
¿El título
las partículas
elementales se te ocurrió de
entrada?
Michel
Houellebecq: Si, porque hace
mención al mismo tiempo a un espíritu científico y a una concepción -muy cercana
a la de Bret Easton Ellis- de un universo social en el que los individuos se ven
a si mismos como partículas elementales. De alguna manera, produce el mismo
efecto de estilo que el titulo de mi primera novela, Ampliación del campo de
batalla, que puede ser leído como lo contrario de
lo que
dice.
Para escribir tu
novela recorriste muchos lugares: desde retiros espirituales, hasta las casas de
orgías...
Con respecto a las
casas de orgías, al principio sólo las frecuentaba para documentarme; sin
embargo, nunca pude dejar de ir: me terminaron gustando. Hace un tiempo volví a
una de ellas, en el Cap d'Agde, y la verdad es que nunca hubiera podido soñar
con una confirmación más exacta de la tesis de mi novela: en una de sus dos
salas instalaron una pantalla de video que pasa constantemente películas pomo, y
la gente no hace otra cosa que mirar los videos. Resulta extraordinario, porque
nadie le presta atención a las pocas parejas que, a pesar de todo, tratan de
hacer lo suyo. La gente se queda alucinada frente a una pantalla de
video.
Tu libro
tiene la tentación
de hablar de una sexualidad perfecta, en
lugares destinados al
placer y libres de toda tensión relacionada con el
deseo.
La muerte del
deseo seria una cosa muy buena para el placer, pero siempre termina fracasando
porque la gente está demasiado preocupada por lo espectacular. Lo que no
funciona en esos lugares "de placer" es que la gente trata de hacer lo mismo que
en las películas pomo.
Te parece más bien
que lo que podría funcionar serían casas de orgías
oficializadas, financiadas por el Estado, por ejemplo, sin ninguna referencia al
espectáculo o a la representación.
Excelente idea.
Habría que proponérsela a Fidel Castro: nacionalizar la prostitución en Cuba
seria una excelente fuente de divisas y una idea revolucionaria maravillosa,
realmente innovadora. Incluso podría salvar la economía del país: las cubanas
son chicas muy lindas.
Al
comienzo de tu
libro hay una cantidad de observaciones autobiográficas
íntimas.
Si. Todo salió de
la observación de fotos mías, de adolescente, entre los catorce y los dieciséis
años. Viendo esas fotos entendí que me había bifurcado psicológicamente de una
manera realmente incomprensible.
Sin embargo, las
explicaciones que buscás en tu novela son todas en términos generales y
globalizantes. ¿Por qué?
Porque soy un
megalómano. Y porque pienso que todo lo que digo es verdad. A mi entender, uno
de los pasajes más profundos del libro es aquel en el que Michel -uno de los
personajes principales- se pregunta en qué medida se puede considerar a Bruno el
otro personaje- como un individuo. Porque, según se puede ver, sus ideas y sus
deseos no tienen nada de individual, son
los mismos que los
de todo el mundo. La única respuesta que encuentra sobre la individualidad de
Bruno es la degradación material de sus órganos, la putrefacción de su
cuerpo.
¿Su historia y sus
sufrimientos no le pertenecen?
No. Lo que funda
la individualidad es exclusivamente la muerte. El individuo se define realmente
en relación a la muerte, y es su presencia la que nos obliga a superar lo
puramente sociológico. Por el contrario, las ideas y el sufrimiento me parecen
explicables en términos generales.
Entre las
explicaciones generales está la new age, con la que mantenés una relación
bastante compleja, más allá de la acidez de tus descripciones. Resumiendo:
parecés estar de acuerdo con la visión del mundo que dan los ideólogos de la new
age, pero te parecen ridículas las prácticas en las que desembocan esas
visiones.
Todas las
utilizaciones que las ciencias humanas francesas han hecho de la ciencia son
payasadas carentes de sentido. Y la new age está relacionada con esa gente que
dice cualquier cosa, partiendo de la base de que en una época de confusión como
la actual, cualquier cosa que digan es válida.
¿No tenés miedo de
que se utilice el mismo argumento en tu contra, con la apropiación que hacés en
tu novela de la física y la biología molecular?
Si, es un temor
muy presente. Me arriesgué a mandarle el libro a diversas autoridades, como a
los premios Nobel de física franceses; me causaría mucha pena si me contestaran
que no entendí nada acerca de lo que hablo. Busco la adhesión de la gente que se
supone que es seria en el campo de la ciencia, pero en principio, no me detuve
por eso.
¿Le mandaste la
novela también a la gente que
participa de orgías, para ver qué les parece?
No, yo mismo
participé de eso, así que... Es mi propia experiencia, tengo la misma capacidad
de juzgar que los demás. En realidad, el problema se plantea sólo con los
físicos. La biología no es tan difícil de comprender.
¿Los
descubrimientos que anunciás están basados en un trabajo de documentación
preciso o son sólo cosas un tanto «locas» dentro de la perspectiva que
planteás?
La idea parte de
un problema verdadero y verificado: la ausencia de conexión entre el estado de
las investigaciones en el campo de la biología molecular y el estado de las
investigaciones en la física. En principio, la biología molecular está basada en
la física, pero no utiliza para nada el aparato teórico de la física moderna.
Por el contrario, cuando me imagino lo que podría llegar a suceder en el momento
en que los dos campos entren en colisión -algo que es inevitable-, creo que
entraremos en el campo de la ciencia ficción. Va a pasar algo, pero no se sabe
bien qué. Estoy inventando, pero espero que sobre bases
verosímiles.
También estás muy
influenciado por el positivismo, y por Augste Comte en
particular.
Me parece bastante
valiente esa idea de buscar sólo las leyes de las cosas y renunciar a las
cuestiones subyacentes.
En suma, sería
renunciar a toda metafísica para encontrar las leyes que gobiernan lo que
podemos observar; construir una sociedad con reglas morales que se correspondan
con esas leyes.
Ese es el
positivismo de Comte.
Lo que implica una
sumisión necesaria a las leyes naturales que gobiernan el mundo, una vez que
esas leyes han sido establecidas.
Es verdad que eso
es completamente contrario a toda idea de democracia y de libertad
individual.
Y
por lo tanto,
contrario a cualquier deseo de transgredir esas leyes.
Es verdad que el
deseo, como mucho, aparece como un elemento
de cálculo. Hay
que tomarlo en
cuenta.
A pesar de
todo, no deja de
ser bastante contradictorio: ¿cuál puede ser el lugar de la novela dentro de esa
perspectiva?
Estamos hablando
de mis propias opiniones, que difieren bastante de aquello que pueden llegar a
contar los personajes. El personaje central es complicado; parte de una
concepción determinista de la vida, pero se da cuenta en varias ocasiones de la
existencia de la libertad. En ese punto, estoy de acuerdo con él. Creo en la
libertad; el comportamiento humano me parece que se caracteriza por largos
períodos de determinismo con algunos momentos de libertad bastante escasos. En
una novela realista deben manifestarse muy poco, ser utilizados con una
extremada moderación; después de todo, la novela es en sí misma un género
bastante determinista. Uno tiene mucha libertad a la hora de definir a los
personajes, pero después ya no puede hacer lo que quiera con ellos: estamos
obligados a dejarlos seguir su propio destino. Schopenhauer afirma que el
carácter de un personaje debe desarrollarse con la inflexibilidad de una fuerza
natural. El comportamiento de un personaje debe ser análogo al de una piedra que
cae por una montaña. Es una concepción bastante fuerte, casi
verdadera.
Sin embargo, si le
negás toda validez a la psicología, tus fuerzas elementales gobernantes son casi
exclusivamente sociológicas.
También son
biológicas. Hay un determinismo biológico al estado puro.
En Rester vivant escribiste que no había que tratar de
inventar una forma nueva, que sólo se inventa una por siglo. Sin embargo, sigue
siendo sorprendente el hecho de que vuelvas a pasar por las estructuras más
clásicas de la novela, mientras que en la ficción tratás de tomar en cuenta el
estado actual de la ciencia
Va a sonar
pretencioso, pero realmente pienso que lo que le falta a la novela es contenido.
Entre Ampliación del campo de batalla y Las partículas elementales
leí a Balzac, al que no conocía; me pareció realmente increíble. Admiro
mucho a Thomas Mann, pero diría que Balzac me quitó de encima un montón de
complejos sobre mi trabajo. De vez en cuando dice cosas completamente idiotas,
hace digresiones sin parar, y eso no molesta en absoluto. Por otro lado, hay una
gran influencia que nunca se había manifestado antes, y es la ciencia ficción
norteamericana escrita entre el 45 y el 70: cosas realmente audaces y de una
calidad literaria notable. Sin embargo, los ejemplos de las cosas que más me
interesan, de aquello que busco al escribir, los encuentro en la música. La
sencillez desgarradora que puede alcanzar Schubert, por ejemplo, ese momento en
que de pronto tenemos la sensación de que los músicos estan con nosotros y tocan
el tema en nuestro propio cuarto, cuando desaparecen los aspectos técnicos...
Ese es para mi el truco del arte en general.
Finalmente, no tomás en cuenta el siglo XX,
ni su literatura, ni sus filósofos, ni siquiera su historia ¿No es un poco
molesto cuando uno
quiere, como vos, mostrar el estado actual del mundo?
Me parece
totalmente inútil, al examinar un movimiento histórico, volver dos generaciones
para atrás. Con la generación inmediatamente anterior me basta, ya que todo se
acumula. Además, la historia del mundo moderno comienza en el 45. La generación
más interesante y sorprendente de este siglo es la de nuestros padres.
Sorprendente por el optimismo que manifestó, que no existía antes y que no se ha
vuelto a ver; por su fe en el progreso completamente
extraña.
Entre tus
numerosas nostalgias, hay una mención especial a Stalin. Michel, el personaje
que va a hacer el descubrimiento científico que
revolucionará a la humanidad, se llama Djerzinski, por el nombre de uno de los
peores actores de los procesos de Moscú. ¿Se trata de una
provocación?
No. Al principio
quería un nombre polaco. De hecho, varias veces me tomaron por
polaco cuando fui a Polonia. Me han señalado esa referencia stalinista. Y debo
decir que eso me resultó más bien agradable: es un personaje bastante simpático;
agregarle una pequeña pincelada stalinista puede darle un aura positiva...
Bueno, es verdad, me gusta Stalin (risas)... Pero debo reconocer que
fracasó. Auguste Comte ya nos había prevenido: no vale la pena tratar de fundar
una sociedad sin resolver antes el problema religioso. El hubiera desaprobado
por completo la idea de tratar de reconstruir una sociedad justa basándose
exclusivamente en las estructuras económicas. Además, la idea de "suprimir el
pasado" es ajena al principio mismo del positivismo.
¿Por qué Stalin,
entonces?
Porque mató a
montones de anarquistas (risas)... Y porque también fue bastante severo
con los trotskistas, dos medidas necesarias para evitar las desviaciones
peligrosas. Por otro lado, pienso que la historia le hará justicia a Georges
Marchais, a su apreciación lúcida y contradictoria según la cual "el balance
de la URSS es globalmente positivo, un resumen un tanto precipitado, pero
que me parece acertado. Acepto que se han cometido excesos, pero la gente se ha
burlado demasiado pronto de Marchais cuando hizo notar modestamente -y sin
aprobar por completo la intervención soviética en Afganistán- que al fin de
cuentas la URSS le estaba aportando el progreso a un pueblo que se había quedado
en la Edad Media. Basta con ver lo que pasa actualmente en Afganistán para darse
cuenta de que no estaba del todo equivocado.
También tenemos la
sensación de que en tus personajes hay una especie de repugnancia hacia las
mujeres, salvo cuando son viejas sufren alguna enfermedad, es decir, cuando van
camino a la muerte.
Eso no es cierto.
Annabelle, por ejemplo, es descripta como absolutamente
deseable.
Pero
muere.
Es verdad: la vida
ha hecho su obra y lentamente destruye todas las capacidades de regeneración de
sus órganos.
¿Sos vos el que ha
hecho su obra?
No, es así. Es
objetivamente verdadero. Es impresionante ver a mujeres de 40 años que tienen
miedo a tener hijos, pero que sin embargo siguen siendo tremendamente
bellas.
En todo caso,
todos tus personajes femeninos tienen una sorprendente
aptitud para la decrepitud y la desgracia.
Me impresiona aún
más que los hombres no estén a su altura. Así que una excelente solución al
problema social sería quitarles a los hombres esa libertad excesiva y esa
independencia, de la que hacen un uso generalmente malo, para instaurar, en
cambio, una bondadosa dirección matriarcal. ¿No han visto hasta qué punto el
fenómeno de la desaparición de los padres es absolutamente universal? No está
limitado a la burguesía occidental: se encuentra tanto en los ghettos negros
norteamericanos como en Tailandia o en Cuba. Es un fenómeno mundialmente
impresionante, y son las revistas femeninas las que tienen razón: los hombres
son seres indiscutiblemente peligrosos, de utilidad cada vez más dudosa. La
mujer está menos corrupta, es un dato estadístico.
Eso puede
acercarse al discurso de la new age.
Es uno de los
elementos que a mi parecer son recuperables de la new age. Una de mis ambiciones
es volver la new age en mi favor. Es mi faceta megalómana, no me ando con
chiquitas: tomo tanto a los stalinistas como a la new
age...
Todo aquello que
va más o menos en contra de la libertad individual...
Exactamente. Todo
enemigo de la libertad individual puede volverse un aliado objetivo. Tengo un
solo enemigo: el libertario, el liberal. El libertario es un liberal en
potencia, con algunos casos particularmente horribles, como el satanista o el
ecologista radical.
¿Ese ecologista
radical es forzosamente un hombre?
No, algunas
mujeres resultan desgraciadamente sensibles a las sirenas de la ecología. La
mujer mal guiada puede desviarse hacia el ecologismo radical. Pero la mujer en
situación de matriarcado recuperará muy pronto su sensatez
natural.
Sobre todo si es
aconsejada por alguien como vos.
No, yo
desapareceré, tan sólo habré trazado de manera humilde un camino. Todo eso puede
arreglarse sin demasiados problemas.
En el epílogo, tu
narrador habla de «esa especie
torturada,
contradictoria,
individualista y peleadora de
un
egoísmo ilimitado,
a veces capaz de inauditas explosiones de violencia, pero que sin embargo nunca
dejó de creer en la bondad y el amor».
Encontramos aquí
la compasión que decís sentir por tus personajes.
El hombre es una especie lamentable que tiene
muchos defectos, pero también algunas aspiraciones. Más allá de eso, esa
situación de la humanidad como una posibilidad entre otras es para mí algo
realmente importante. Como cuando Kant quiere definir la moral, pero no quiere
hacerlo en relación al hombre, sino en relación a cualquier criatura razonable.
Lovecraft también me impresionó mucho por eso, por su faceta de arqueólogo. Esas
son algunas de las cosas más importantes en mi vida de lector. La literatura
debe plantear ese tipo de cuestiones y conflictos; de no ser así, no me interesa
en absoluto. Un libro tiene que ser polémico en cada una de sus
páginas.
¿No hay una
paradoja en denunciar el aborto y al mismo
tiempo hablar a favor de
la donación, lo que de inmediato vuelve caduca la ontología
clásica?
No. Hay que volver
realmente a las bases de la moral. Matar a alguien está mal. Por el contrario,
reproducirlo en varios ejemplares, no veo en qué sentido puede ser negativo.
Pero la donación no es una idea que defienda demasiado. Por eso hago intervenir
al final a ese personaje diferente, desordenado, un agitador de ideas" que
pretende utilizar los descubrimientos de Djerzinski, que no ha comprendido las
cosas del todo. Yo mismo no tengo una posición precisa. Tengo más facilidad para
descubrir los problemas dolorosos que para resolverlos; por eso escribo novelas.
·
[entrevista realizada por Bertrand Leclair y Marc Weitzmann publicada en Los Inrockuptibles Nro. 40 diciembre de 1999]