ingrassia/colovini on 26 Dec 2000 04:02:28 -0000 |
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RED DE RESISTENCIA ALTERNATIVA
Manifiesto
Inaugural
http://webs.sinectis.com.ar/redresistalt/index.htm
1. Resistir es crear.
Contrariamente a la posición defensiva en la cual se encuentran a menudo
los movimientos y grupos contestatarios o alternativos, nosotros pensamos que la
verdadera resistencia pasa por la creación, aquí y ahora, de los lazos y las
formas alternativas iniciadoras de movimientos, grupos y personas que, a través
de una militancia por la vida, superan al capitalismo y a la reacción. Nosotros
creemos que, a nivel internacional, asistimos hoy al comienzo de una
contraofensiva, después de un largo tiempo de dudas, marchas atrás y destrucción
de las fuerzas alternativas. Este retroceso ha sido aprovechado ampliamente por
las fuerzas del neoliberalismo y el capitalismo para destruir una buena parte de
lo que cientocincuenta años de luchas revolucionarias habían construido. Así,
resistir es crear las nuevas formas, las nuevas hipótesis teóricas y prácticas
que estén a la altura del desafío actual.
2. Resistir a la tristeza
Vivimos una época profundamente marcada
por la tristeza. No sólo la tristeza de los llantos sino, y sobre todo, la
tristeza de la impotencia. Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo viven en
la certeza de que la complejidad de la vida es tal que lo único que podemos
hacer, so pena de aumentarla, es someternos a la disciplina del economicismo, el
interés y el egoísmo. La tristeza social e individual nos corroe y nos convence
de que no tenemos más los medios de vivir una verdadera vida y así nos sometemos
al orden y a la disciplina de la sobrevida. El tirano necesita la tristeza
porque así, cada uno de nosotros se aísla en su pequeño mundo, virtual e
inquietante, pero a la vez los hombres tristes necesitan del tirano para
justificar su tristeza. Nosotros creemos que el primer paso contra la tristeza
(la forma en que existe en nuestras vidas el capitalismo) es la creación de
lazos solidarios y concretos. Romper el asilamiento, crear solidaridades es el
principio de un compromiso, de una militancia que no funciona más "contra" sino
"por" la vida, la alegría, a través de la liberación de la potencia.
3. Resistencia es multiplicidad
La lucha contra el capitalismo, que
no puede reducirse a la lucha contra el neoliberalismo, implica prácticas de
multiplicidad. El capitalismo ha inventado un mundo único y unidimensional, pero
ese mundo no existe "en sí". Para existir exige nuestra sumisión y nuestro
acuerdo. Ese mundo unificado, que es un mundo devenido mercancía, se opone a la
multiplicidad de la vida, se opone a las infinitas dimensiones del deseo, de la
imaginación y de la creación. Se opone, fundamentalmente, a la justicia. Es por
eso que nosotros creemos que toda lucha que se pretenda global o totalizante
contra el capitalismo queda atrapada en la estructura misma del capitalismo, es
decir, la globalidad. La resistencia debe partir y desarrollar las
multiplicidades mediante la creación de lazos de solidaridad y ayuda, pero en
ningún caso una dirección o estructura que globalice, que centralice estas
luchas.
4. Resistir es un centro difuso
Una red de resistencia que respete
la multiplicidad es un círculo que posee, poética y paradojalmente, su centro en
todas partes.
5- Resistir es no desear el poder
Ciento cincuenta años de
revoluciones nos enseñaron que, contrariamente a la visión clásica, el lugar del
poder, los centros de poder, son a la vez centros de mínima potencia o bien de
impotencia. El poder se ocupa -por así decirlo- de la gestión, y no tiene, en sí
mismo, la posibilidad de modificar desde arriba la estructura social si la
potencia de los lazos reales en la base no se lo permiten. La potencia se
encuentra así tendencialmente separada del poder constituido. Es por ello que
nosotros pensamos que lo que sucede "arriba" es del orden de la gestión y la
política, en el sentido noble, es lo que sucede "abajo", en el ámbito del poder
constituyente. Es por ello que la resistencia alternativa será potente en la
medida en que abandone la trampa de la espera, es decir, el dispositivo político
clásico que posterga, invariablemente a un "mañana", a un después, el momento de
la liberación. Los "amos liberadores" nos piden la obediencia hoy en nombre de
una liberación que veremos mañana, pero mañana es siempre mañana. Es por esto
que nosotros proponemos a los amos liberadores (comisarios políticos, dirigentes
burocratizados y otros militantes tristes) la liberación aquí y ahora y la
obediencia, mañana.
6. Resistir a la serialidad
El poder mantiene y desarrolla la
tristeza apoyado en la ideología de la inseguridad. El capitalismo no puede
existir sin serializar, sin dividir, sin separar. Y la separación triunfa
cuando, poco a poco, la gente, los pueblos, las naciones viven obsesionados por
la inseguridad. Nada es más fácil a disciplinar que un pueblo de ovejas
convencido de que son, todos y cada uno, un lobo para otro. La inseguridad y la
violencia son reales, pero solamente en la medida en que lo aceptemos; es decir,
que aceptemos esta ilusión ideológica que nos hace creer que somos, cada uno de
nosotros, un individuo aislado del resto. Vive el hombre triste como si hubiera
sido arrojado a un decorado; los otros son figurantes. La naturaleza, el mundo y
los animales son "utilizables", y cada uno de nosotros, el protagonista central
y único de nuestras vidas. El individuo no es ya una persona, el individuo es
una ficción, una etiqueta; la persona, en cambio, es cada uno de nosotros pero a
condición de abrir los ojos a la realidad de nuestra pertenencia a este todo
sustancial que es el mundo. Se trata de rechazar las etiquetas de: profesión,
nacionalidad, estado civil, desocupados, empleados, discapacitados, etc., detrás
de las cuales el poder intenta uniformar y aplastar la multiplicidad que cada
uno de nosotros es. Pero nosotros somos multiplicidades mezcladas con
multiplicidades. Es por eso que el lazo social no es algo que haya que construir
sino, más bien, asumir. Los individuos, las etiquetas, viven y refuerzan el
mundo virtual. Reciben noticias de sus propias vidas a través de la pantalla de
la televisión. La resistencia alternativa implica dar un lugar al real de los
hombres, las mujeres, la naturaleza. Los individuos se encuentran como tristes
sedentarios atrapados en sus etiquetas y roles. Es por ello que la alternativa
implica asumir un nomadismo libertario.
7. Resistir sin amos
La creación de una vida diferente pasa,
fundamentalmente, por la creación de alternativas, de modos de vida, de modos de
desear. Si nosotros deseamos lo que posee el amo, si nosotros deseamos de la
misma manera que el amo, estaremos condenados a repetir las famosas revoluciones
pero, esta vez, en el sentido que en la física tiene la palabra "revolución", es
decir, una vuelta completa a un mismo punto. Se trata así de inventar y de crear
en lo concreto nuevas prácticas e imágenes de felicidad. Si nosotros pensamos
que solamente se puede ser feliz a la manera individualista del amo y pedimos
una revolución que nos de satisfacción estaremos condenados eternamente a
cambiar de amos. Hay que crear un comunismo no de la necesidad sino del goce que
da la solidaridad. No se debe compartir a la manera triste, es decir, porque
estemos obligados. Hay que descubrir el goce de una vida más plena, más libre.
En la sociedad de la separación, de la atomización, es decir, en la sociedad
capitalista, los hombres y las mujeres no encuentran lo que desean, deben
contentarse con desear lo que encuentran. La separación es separación así de los
unos con los otros, de cada uno de nosotros con el mundo, del trabajador con su
producto, pero a la vez de cada uno de nosotros, separados, exiliados de
nosotros mismos. Es la estructura de la tristeza.
8. Una política de la libertad
En efecto, la política, en su
sentido profundo, se conecta con las prácticas emancipatorias, con las ideas y
las imágenes de felicidad que derivan de ellas. La política es la fidelidad con
una búsqueda activa de la libertad. En contra de esta idea de la política se
alza la política como gestión de la situación tal como aparece dada.
La
gestión es un momento, es una tarea, es un aspecto. Pero este elemento se
pretende el todo. Se reclama el todo de la política. Demanda toda la atención y
jerarquiza las prioridades, limitando, frenando e institucionalizando las
energías vitales que la rebasan. La gestión es representación, y la
representación, como tal, es solo parte del movimiento real. Este -movimiento
real- no necesita de la representación para vivir, y ésta -presentación-, en
cambio, tiende a acotar la potencia de la presentación.
La política
revolucionaria es aquella que persigue en todo momento la libertad pero no en
tanto asociada esencialmente a hombres o instituciones, sino como un devenir
permanente que no acepta atarse, fundirse, encarnarse ni institucionalizarse. La
búsqueda de la libertad se vincula con la constitución del movimiento real, de
la crítica práctica, del cuestionamiento permanente y del desarrollo ilimitado
de la vida.
En este sentido la política revolucionario no es lo contrario de
la gestión. En todo caso a lo que se opone la política es a la separación y la
reificación de la geatión. Esta, como parte del todo, es parte de la política.
La gestión como queriendo ser el todo de la política, en cabio, es precisamente
el mecanismo de la virtualización que nos sumerge en la imoptencia.
La
política como tal no es sino la armonía de la multiplicidad de la vida en
conflicto permanente contra sus propios límites. La libertad es el despliegue de
sus capacidades y potencias, la gestión es solo un momento limitado y
circunscrito en que este despliegue se representa.
9. Resistencia y contracultura
Resistir es crear y desarrollar
contrapoder y contracultura. La creación artística no es un lujo del hombre, es
una necesidad vital de la cual las inmensas mayorías se encuentran privadas. En
la sociedad de la tristeza, el arte fue separado de la vida, más aún, el arte
está cada vez más separado del arte mismo, porque está poseído, gangrenado por
los valores mercantes. Es por ello que los artistas entienden, quizás mejor que
muchos, que resistir es crear. A ellos también nos dirigimos, para que la
creación supere la tristeza, es decir, la separación, para que la creación pueda
liberarse de la trampa del dinero y recupere su lugar en el seno de la vida.
10. Resistir a la separación
Resistir es, a la vez, superar la
separación capitalista entre teoría y práctica, entre el ingeniero y el obrero,
entre la cabeza y el cuerpo. Una teoría que se separa de las prácticas se
transforma en una idea estéril. Es así como, en nuestras universidades, existen
miríadas de ideas estériles, pero a la vez las prácticas que se separan de la
teoría se condenan a desaparecer por fatiga en una suerte de autoreabsorción.
Resistir, entonces, es crear los lazos entre las hipótesis teóricas y las
hipótesis prácticas, que todo aquel que sepa hacer algo sepa también
transmitirlo a aquellos que desean liberarse. Creamos así las relaciones, los
lazos que potencian teorías y prácticas de emancipación, de espaldas a los
cantos de sirena que nos proponen "ocuparnos de nuestras vidas" y, de esa
manera, respondemos que nuestras vidas, porque no son más sobrevidas, se
extienden más allá de los límites de nuestra piel.
11. Resistir a la normalización
Resistir significa, a la vez,
deconstruir el discurso falsamente democrático que pretende ocuparse de los
sectores y la gente excluida. En nuestras sociedades, no existen los
"excluidos"; en nuestras sociedades, estamos todos incluidos de maneras
diferentes, de maneras más o menos indignas y terribles, pero incluidos. La
exclusión no es un accidente, no es un exceso. Lo que ellos llaman exclusión e
inseguridad es lo que nosotros debemos ver como la esencia misma de esta
sociedad que ama la muerte. Es por esto que luchar contra las etiquetas implica
nuestro deseo de contactarnos con las luchas de los denominados "anormales" o
discapacitados. Nosotros decimos que no hay hombre o mujer anormal, no hay
hombre o mujer discapacitados. Existen personas y modos de ser diferentes. Las
etiquetas actúan como minicampos de concentración donde cada uno de nosotros
está definido por un nivel dado de impotencia. Lo que nos interesa es la
potencia, la libertad. Un discapacitado existe solamente en una sociedad que
acepta la división entre fuertes y débiles. Si nosotros rechazamos esto, que es
la barbarie, no podemos guardar el encasillamiento, la selección del
capitalismo. Es por ello que la alternativa implica un mundo donde cada uno de
nosotros asume su fragilidad y donde cada uno de nosotros desarrolla lo que
puede, con los otros y por la vida. Conocemos, por ejemplo, la increíble riqueza
de la cultura sorda, creada una vez que hombres y mujeres de coraje han sabido
hacer estallar la prisión de la taxonomía médica, de la misma manera la lucha
contra la psiquiatrización de la sociedad, y tantas otras luchas que, lejos de
ser pequeñas luchas por un poco más de espacio, son verdaderas creaciones que
enriquecen la vida. Por eso, invitamos también a resistir con nosotros a los
grupos de lucha contra la normalización disciplina médico-social.
Otro tanto
sucede con las formas de disciplinamiento propia de los sistemas educativos. La
normalización opera aquí como una amenaza permanente de fracaso o desempleo.
Existen en cambio experiencias paralelas, alternativa y diversas respecto de la
escolarización en las que los problemas ligados a la educación se despliegan en
una lógica diferente.
Discapacitados, desocupados, jubilados, culturas
marginadas, homosexuales, son todas formas de clasificación sociológica que
operan separando y aislando a partir de la impotencia, de lo que no pueden
hacer, tornando unilateral y pobre, lo múltiple, lo rico, lo que puede ser visto
como pleno de potencia.
12. Resistir al repliegue
Resistir es, también, rechazar la
tentación de un repliegue de identidad que separe nacionales de extranjeros. La
inmigración, los flujos migratorios no son un problema, son una profunda
realidad de la humanidad, desde siempre y para siempre. No se trata de ser
filantrópicamente bueno para con los extranjeros, se trata de desear la riqueza
que el mestizaje produce. Resistir es crear lazos entre los "sin", sin techo,
sin trabajo, sin papeles, los sin dignidad, los sin tierra, todos los sin que no
poseen el "buen color de piel", la buena práctica sexual, etc. Una unión de sin,
una fraternidad de los sin, no para ser "con" sino para construir sociedades
donde no existan más los sin y los con.
13. Resistir a la ignorancia
Nuestras sociedades que se pretenden
culturas científicas son, en realidad, desde un punto de vista histórico y
antropológico, el modo de sociedad que ha producido el máximo grado de
ignorancia que la epopeya humana haya conocido. Si en toda cultura los hombres
poseían técnicas, nuestra sociedad es la primera propiamente poseída por la
técnica. Noventa por ciento de nuestros contemporáneos son incapaces de saber lo
que pasa entre el momento en que ellos aprietan los botones y el momento en que
el efecto deseado se produce. El noventa por ciento de nuestros contemporáneos
ignoran la casi totalidad de los resortes y mecanismos del mundo en el cual
viven. Así, nuestra cultura produce hombres y mujeres ignorantes que, al
sentirse exiliados de su medio, pueden destruirlo sin más. La violencia de este
exilio es tal que, por primera vez, la humanidad se encuentra frente a la real y
concreta -quizás inevitable- posibilidad de su destrucción. Nos dicen que dada
la complejidad de la técnica los hombres deben aceptarla sin comprenderla, pero
el desastre ecológico muestra que aquellos que creen comprender la técnica están
lejos de manejarla. Es urgente crear colectivos, núcleos, foros de socialización
del saber para que los hombres puedan nuevamente hacer pie en el mundo real. Hoy
en día, la técnica de la genética nos pone al borde de una selección entre los
seres humanos de acuerdo a criterios de productividad y beneficio. El eugenismo,
en nombre del bien, inhumaniza la humanidad. Nos dicen, desde las pantallas que
ordenan nuestras vidas, que ya podemos proceder a la clonación de un ser humano,
y nuestra triste humanidad desorientada ignora qué es un ser humano. Estas son
cuestiones profundamente políticas que no deben quedar en manos de los técnicos.
La res pública no debe devenir en res técnica.
14. Resistencia permanente
Resistir es afirmar que, contrariamente
a lo que pudimos creer, la libertad no será nunca un puerto de llegada.
Paradojalmente, la esperanza nos hunde en la tristeza. La libertad y la justicia
existen solamente aquí y ahora, en y por las vías que la construyen. No hay amo
bueno ni utopía realizada. La utopía es el nombre político de la esencia misma
de la vida, es decir, el devenir permanente. Es por esto que el objetivo de la
resistencia no será jamás el poder. El poder y los poderes están ellos
condenados a no alejarse demasiado de lo que un pueblo desea. Es por ello que es
siempre una actitud de esclavo creer que el poder decide el real de nuestras
vidas. Es por ello que el hombre triste -decíamos- necesita al tirano. No es
suficiente pedir a los hombres que ocupan el poder que dicten tal o cual ley,
separadas de las prácticas de la base social. No podemos, por ejemplo, pedir a
un gobierno que dicte leyes de solidaridad con los extranjeros si en la base
social no construimos esta solidaridad. La ley y el poder, si son democráticos,
deben reflejar el estado de la vida real de la sociedad. Es por esto que nuestro
problema no es que el poder sea corrupto y arbitrario. Nuestro problema y
nuestro desafío es la sociedad que este poder refleja, es decir, nuestra tarea,
como hombres y mujeres libres, es que existan los lazos de solidaridad, de
libertad y amistad que impidan realmente que el poder sea reaccionario. No hay
más libertad que las prácticas de liberación.
15. La alternativa es lucha
No se puede realmente ser
anticapitalista y aceptar, al mismo tiempo, las imágenes de felicidad y
realización que el mismo sistema genera. Si se desea ser como el amo, tener lo
que el amo tiene, se está en la posición del esclavo. El camino de la libertad
es incompatible con el deseo del amo. Precisamente de la resistencia surgen
otras imágenes de la felicidad y de la libertad, imágenes alternativas, ligadas
a la creación y al comunismo.
Desear el poder del amo es lo opuesto a desear
la libertad. Y la libertad es devenir libre, es lucha.
La composición de
lazos aumenta la potencia, la separación capitalista la disminuye. La lucha por
la libertad es ya lucha comunista por recuperar y aumentar la potencia. En
cambio el capitalismo opera por abstracción, por serialización y reificación,
descomponiendo lazos y sumergiéndonos en la impotencia. Por eso la lucha por la
libertad y la democracia son devenir permanente que no encuentran encarnación
definitiva. Por eso la lucha es siempre por encontrarse con la potencia, por
componer lazos, por alimentar el deseo de la libertad en cada situación
concreta.
16. Resistencia obrera
La resistencia y la creación de sociedades
nuevas exige que pensemos a la vez la cuestión del llamado sujeto
revolucionario, es decir, la clase obrera, personaje mesiánico dentro del
historicismo moderno. Contrariamente a lo que pretenden los sociólogos
posmodernos de la complejidad, la clase obrera no tiende a desaparecer.
Simplemente, la función obrera se desplaza y se ordena geográficamente. Así, si
en los países centrales numéricamente hay menos obreros, la producción se ha
desplazado hacia los llamados países periféricos, donde la explotación brutal de
hombres, mujeres y niños garantiza enormes beneficios a las empresas
capitalistas. Así, en los países centrales, mediante la evocación de la
inseguridad y el miedo, se proponen a las clases populares alianzas nacionales
para mejor explotar al tercer mundo. Nosotros decimos que la producción
capitalista es una producción difusa, desigual y combinada. Es por ello que la
lucha, la resistencia debe ser múltiple, pero a la vez solidaria. No existe
liberación individual o sectorial. La libertad se conjuga solamente en términos
universales, o dicho de otra manera, mi libertad no termina donde comienza la
libertad de otro, sino que mi libertad no existe sino bajo la condición de la
libertad del otro. Nosotros pensamos que si bien no existe un sujeto
revolucionario, existen, de todas maneras, sujetos múltiples revolucionarios.
Hoy en día, vemos florecer coordinadoras, colectivos y grupos de trabajadores
que desbordan en sus reivindicaciones ampliamente las luchas sectoriales. Estas
luchas deben en cada singularidad, en cada situación concreta, superar los
encasillamientos del amo, es decir, rechazar la separación entre empleados y
desocupados, entre nacionales y extranjeros. No porque el empleado, el nacional,
hombre, blanco sea caritativo con el desempleado, el extranjero, la mujer, el
discapacitado, el menor, sino porque toda lucha que acepte y reproduzca estas
diferencias -hay que decirlo, claramente y de una buena vez por todas- es una
lucha que, por más violenta que sea, respeta y refuerza el capitalismo.
Pero
la función obrera también se desplaza en otro sentido. De la fábrica clásica
como espacio físico privilegiado de constitución de valor a la fábrica social,
en que el capital asume la tarea de coordinar y subsumir todas y cada una de las
actividades sociales. El valor se difumina por toda la sociedad. Circula a
través de las múltiples formas del trabajo. La acumulación capitalista se amplía
al todo de la sociedad y, por tanto, puede ser saboteada en cualquier punto del
circuito, mediante actos de insubordinación. El trabajo valoriza al mundo de
formas múltiples mediante la combinación de un complejo de tareas puramente
técnicas, profesionales, administrativas y creativas sean manuales o
intelectuales. En la base de todo el proceso está la potencia de la cooperación
como la fuerza productiva del valor.
17. Trabajo y el no trabajo
Parte de la construcción de las
jerarquías y clasificaciones que se nos imponen parten de la confusión de la
división técnicas del trabajo y la división social del trabajo. Es que bajo la
noción de trabajo entendemos dos cosas diferentes. Por un lado una actividad
constitutiva, antropológica u ontológica del hombre, el conjunto de las
relaciones sociales que nos conforman, la perspectiva materialista de la
sociedad y la historia. Pero por otro lado el trabajo es ese deber, alienante,
esa esclavitud moderna bajo la que el capital nos separa en clases. Es aquello
que nos hace sufrir cuando lo tenemos y cuando no lo tenemos. Abolir el trabajo
en este último sentido es realizar las posibilidades de la idea comunista del
trabajo, la del primer sentido.
Las jerarquías que se fundan en la
unimidimensionalización de la vida en la cuestión del trabajo alienado, en el
empleo, son las que deben quedar disueltas en la apertura a la multiplicidad de
saberes y prácticas de la vida.
El trabajo, desde el punto de vista
ontológico, el conjunto de las actividades que efectivamente valorizan al mundo
(técnicas, científicas, artísticas, políticas)son, a la vez, una fuente de
democratización radical y un cuestionamiento definitivo y total del
capitalismo.
18. Resistir es construir prácticas
Resistir no es, entonces, tener
opiniones. En nuestro mundo, contrariamente a lo que se cree, no hay
"pensamiento único"; hay cantidades de ideas diferentes. Lo que ocurre es que
opiniones diferentes no implican prácticas realmente alternativas y por lo tanto
esas opiniones son solo opiniones bajo el imperio del pensamiento único o sea,
de la práctica única.Hay que parar con este mecanismo de la tristeza que hace
que tengamos opiniones diferentes y prácticas únicas. Romper con el mundo del
espectáculo significa no ser más espectadores de nuestra vida, espectadores del
mundo. Atacar al mundo virtual, este mundo que necesita para disciplinarnos,
para serializarnos, que estemos todos y cada uno a la misma hora frente al
televisor para informarnos, no es, entonces, decir cómo debe ser el mundo, la
economía, la educación de manera abstracta. Resistir es construir millones de
prácticas, de núcleos de resistencia que no se dejen atrapar por lo que el mundo
virtual llama "seriedad". Ser realmente serio no es pensar la globalidad y
constatar nuestra impotencia. Ser serios implica construir, aquí y ahora, las
redes y lazos de resistencia que liberen la vida de este mundo de muerte. La
tristeza es profundamente reaccionaria. Ella es comprensible pero no deja de ser
reaccionaria. La tristeza nos hace impotentes. La liberación, finalmente, es
también liberación de los comisarios políticos, en síntesis, de todos estos
agrios y tristes amos liberadores. Es por esto que resistir es también esta
invitación a crear las redes que nos saquen del aislamiento. El poder nos quiere
aislados y tristes, sepamos ser alegres y solidarios.
Es en este sentido que
nosotros no reconocemos la militancia como una elección individual. Todos
tenemos un determinado grado de compromiso. No existen los no militantes o los
independientes. Todos estamos ligados. La cuestión es saber por un lado qué
grado de compromiso se tiene y, por otro, saber en que lado de la lucha está uno
comprometido.
19. Conectarse es potenciarse
Resulta imprescindible reflexionar
sobre nuestras prácticas. Pensarlas, volverlas visibles, inteligibles,
comprensibles. Poder conceptualizar lo que hacemos es parte de la legitimidad de
nuestras construcciones y, además, de la socialización de saberes entre quienes
pensamos haciendo y hacemos pensando. Ser nosotros mismos lectores, pensadores y
teóricos de nuestras prácticas para evitar que nos empobrezcan con lecturas
normalizadoras. Ser capaces de apreciar el valor de nuestro trabajo.
20. Resistir es crear lazos.
Este manifiesto es una invitación no a
adherir a un programa o menos aún a una organización. Invitamos simplemente a
los hombres y las mujeres, a los grupos y colectivos que se sientan reflejados
en estas preocupaciones a tomar contacto con nosotros, a contarnos vuestras
experiencias e inquietudes para comenzar aquí y ahora a destruir el
aislamiento.
Nosotros pedimos a quienes en los distintos países llegue por
diferentes medios este manifiesto fotocopiarlo o difundirlo por los medios que
disponga.
De nuestra parte, sin privarnos ni rechazar métodos como internet,
pensamos que sería mejor que este manifiesto pueda circular de manera mas
concreta de mano en mano.
Todos aquellos que solos o juntos quieran producir
comentarios, propuestas o relatos que nos los hagan llegar. Nosotros nos
comprometemos a hacerlo circular por la RED DE RESISTENCIA ALTERNATIVA.
Al no
proponernos construir un centro o dirección ponemos a disposición de los
compañeros y amigos el conjunto de los contactos de la R.R.A. para que éstos,
proyectos y diálogos no se hagan de forma concéntrica.
21. Colectivo de colectivos
Muchos de nuestros colectivos y grupos
poseen revistas o publicaciones. En ellas se encuentran a menudo experiencias y
saberes que pueden ser provechosos para los otros grupos. La RRA se propone
acumular y poner a disposición de los otros grupos estos saberes libertarios que
puedan ayudar y potenciar la lucha de los compañeros.
Cientos de luchas se
agotan por aislamiento o por falta de apoyo. Cientos de luchas se ven obligadas,
por así decirlo, a empezar de cero. Y cada lucha que fracasa no es sólo una
"experiencia", cada fracaso refuerza, vacuna al enemigo. De ahí la necesidad de
ayudarnos, de crear "retaguardias solidarias" para que cada persona, que en
cualquier lugar del mundo luche a su manera, en su situación, por la vida y
contra la opresión pueda; contar con nosotros, como nosotros esperamos contar
con ustedes.
22. Anticapitalismo activo
El capitalismo no caerá desde arriba. Es
por esto que en la construcción de las alternativas no hay proyecto chico o
proyecto grande.
Desde el otoño de Buenos Aires, 1999.
Saludos fraternales a todos los
HERMANOS DE LA COSTA*.
"Hermanos de la costa": saludo de piratas. A diferencia de los corsarios,
traficantes, esclavistas y mercantilistas de los mares, los piratas eran
comunistas y creaban comunas libres.
Firmas:
El Mate (Argentina)
Asociación Madres de Plaza de Mayo
(Argentina)
Colectivo Amauta (Perú)
Malgré Tout
(Pasís-Francia)
Colectif Che (Toulon-Francia)
Cllectif contre les
expulsins (liege-Bélgica)
Centre Social (Bruselas-Bélgica)