Julia Cevallos on 30 Dec 2000 17:14:18 -0000


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[nettime-lat] Ideario: Señalización de un nuevo camino para nuestro pueblo


Ideario: Señalización de un nuevo camino para nuestro pueblo

* Jaime Montesinos Ph.D

Las palabras sabias abren senderos. Por lo menos son la señalización para enderezar los pasos y encauzarlos por el buen camino. Las palabras sabias, desafortunadamente, escasean. Abundan las andrajosas con pretensiones principescas. Y los atorrantes de las letras que apenas las pueden deletrear y peor redactar. Y, ¿qué decir de la legión de escribientes que atormentan la lógica y atosigan la ética y la estética?

La comunidad ecuatoriana en Nueva York cuenta desde hace unos pocos años con un campeón del pensamiento claro y del estilo pulcro. Poseedor de una acuciada sindéresis, es, por ello, un sacudidor de la molicie y del status quo. Gracias a él, muchos --y me cuento entre ellos-- se están librando de esa caparazón paralizadora de gozadores de la conveniencia para contagiarnos de su salubre anormalidad. Huelga confesar que siempre ha resultado anómalo combatir la camisa de fuerza que frecuentemente imponen los anquilosados sistemas que nos gobiernan. Se vuelve necesario violar los tabúes circundantes que nos atan las manos, nos venden los ojos y nos permiten deleitarnos con un laisser-faire ad nauseam.

Petronio Rafael Cevallos se ha encargado de agitarnos, tomándonos por las figurativas solapas, sacándonos del aletargamiento que, cual opio, nos ha apoltronado en nuestros sendas butacas de la comodidad y el acomodamiento. Sus escritos acusan su irrepresible espíritu y su permanente calidad de aguijoneador, estimulador, guía y motivador. Ya su fascinante novela De otros héroes dejo atónito a su mundo lector. Aleccionadora, con raíces hondas y cuestionadoras, es su magistral pieza teatral Santa Lorena de Bucay. La lectura de sus Contracuentos y su manuscrito Serenata --de reciente factura-- ha fundado más que nunca una verdad impostergable: Estamos compartiendo el aire, el tiempo, el espacio y la circunstancia, los ecuatorianos de acá, con una mente, un espíritu y un corazón de ésos que Rubén Darío, sin pensar dos veces, hubiera llamado "raros" (en el sentido de excepcionales). Y ahora, que acabamos de elegir atleta ecuatoriano del siglo a nuestro único campeón olímpico Jefferson Pérez, cuencano como yo, creo que ya es hora de que la cúpula de la colonia otorgue una simbólica medalla de oro a ese otro campeón olímpico, Petronio Rafael Cevallos, el atleta de la palabra precisa y del razonamiento cristalino.

Y más que todo, ya es hora de que empecemos a oír sus sabias palabras. Que las usemos, cual señales de tránsito, para encaminarnos por la senda recta y estrecha de la buena conducta, iluminados con su feliz capacidad de penetrar las tinieblas circundantes.

Este punto me ha conducido a la reflexión. No pretendo aquí analizar al novelista, dramaturgo, ensayista y poeta extraordinarios que radican en Petronio Rafael Cevallos. Sólo ser el heraldo de su voz privilegiada que suena, diáfana y potente, en ámbitos diversos y cada vez más amplios, o desde el Ideario que escribió para Liderazgo Ecuatoriano en el Exterior (LEE) --la institución mentalizada, fundada y dirigida por él, la misma que cuenta con la colaboración y el trabajo de varios compatriotas esforzados, entre ellos, Gilberto Crespo Crespo y Héctor Pauta Pignataro.

Ideario, brillante ensayo que apareció en forma de folleto [Nueva York: Publicaciones Amauta, 1996] es un tratado conciso de filosofía que esboza la causalidad de la ecuatorianidad y, por extensión, la condición latinoamericana. Arranca su autor con un aserto y trágico cierto:

Toda expresión política está sujeta al ejercicio del derecho a opinar, tomar partido, votar y ser elegido. Sólo los esclavos, los prisioneros y los apolíticos (y, de manera excepcional, los miembros activos de las fuerzas armadas) no ejercen estos derechos. A los ecuatorianos residente en el exterior también les está vedado disfrutarlos. Es decir que, hasta la presente, un mínimo de alrededor de cuatro millones de ecuatorianos (uno de cada cuatro compatriotas, medio millón de ellos en el área Metropolitana de la ciudad de Nueva York) existen como esclavos, como prisioneros, como apolíticos, como objetos y no como sujetos de la historia. [pp. 5-6.]

En Cevallos prima la honestidad. El autoengaño al que somos tan proclives en él es anatema. Lo que hay en Petronio es el descarnado desengaño y la denunciación inmediata. ¿Para qué mentirnos? ¿Para qué racionalizar nuestras flaquezas, convirtiéndolas en falsos logros y fuerzas? Lo que debe mas repugnarle es el discurso patriotero que se autojustifica y así esconde las horribles lacras sociales bajo pechera acorbatada y condecorada. El asco que le produce la hipocresía reinante --tamaño de catedral, como él apunta-- le impulsan a tomar la pluma, convertirla en dardo, en flecha, en escalpelo, para hundirse en el enfermo palpitar y en el cadáver putrefacto de la conducta oficial y social practicada por aquéllos que nos gobiernan. Hace autopsia del cuerpo social vivo, agonizante y muerto, revelando los apostemas, el pus y el mus de lo que pasa por más.

No anda con rodeos, ni hace uso de sutilezas a las que, por ejemplo, yo me inclino. No se inclina tampoco ante nada ni nadie. Sólo señala lo que apesta, no a nivel personal sino categórico. LEE, como lo explica, nace para que ya una vez por todas se enderecen los entuertos y se rectifiquen los desafueros en el proceder habitual de nuestros gobernantes. El Ideario es un BASTA a tanto atropello y la enunciación de sus ideales --los que compartimos plenamente.

Cito tres de los diez objetivos:

Aplicación inmediata del derecho al voto de los ecuatorianos en el exterior, para elecciones de presidente y vicepresidente de la República; y, en consecuencia, activar los necesarios procesos de empadronamiento a través de las embajadas y los consulados respectivos.

Creación inmediata de la Oficina de Asuntos Ecuatorianos en el Exterior (OAEE), integrada por un equipo de profesionales peritos en la problemática que afecta a la comunidad ecuatoriana internacional, y cuya sede principal debe ser la Ciudad de Nueva York (capital de la diáspora ecuatoriana), con el fin de defender, representar y servir a todos los ecuatorianos residentes en el exterior, implementando un buró de asesoría laboral, habitacional y de defensa de los derechos de los trabajadores e indocumentados, a través del respaldo de un equipo de abogados y trabajadores comunitarios, los mismos que dispondrán de un archivo histórico sobre los procesos de adaptación y asimilación de los ecuatorianos en los Estados Unidos, y de las interrelaciones entre aquéllos y la patria distante); la OAEE deberá estar afiliada al Ministerio de Bienestar Social y Trabajo a nivel de Subsecretaría de Estado, con un director, con rango de subsecretario, elegido de y por la propia comunidad internacional en base a méritos e idoneidad en relación a la problemática que afecta los ecuatorianos expatriados, dignatario cuyas principales funciones serán las de proveer liderazgo, orientación y representación a la gran comunidad ecuatoriana residente fuera del Ecuador; especialmente la de Nueva York y, por extensión, de los Estados Unidos, debido a que el grueso de la comunidad ecuatoriana en el mencionado país padece de una serie de problemas que demandan de soluciones y servicios urgentes.

Mantener una posición autónoma, democrática, pluralista y de total apertura ideológica, libre de compromisos electorales y políticos, orientada al trabajo mancomunado por el bienestar y progreso de los ecuatorianos en general y, muy especialmente, de los ecuatorianos residentes fuera del Ecuador. [pp.15 y 17].

Escuchemos ya sus palabras. Petronio Rafael Cevallos nos exhorta hacia una modalidad conciental nueva a la par que antigua --y quizás por eso más urgente. Su misión es sacudirnos del letargo social en el que nos desenvolvemos; no para que la vida nos dé menos, sino para que, dando más de nosotros mismos, más hagamos de nuestra comunidad, de nuestro pueblo, de nuestro tiempo, de nuestra circunstancia. La posteridad se encargará de hacer a la vida, así llevada, justa, satisfactoria y, potencialmente, feliz. Que no falte por nosotros. Y que no se diga que no se nos enseñó --oportuna, generosa, refulgentemente-- el mejor camino a tomar.

* Fundador y ex presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana de Nueva York

Visite el website de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo Internacional de Nueva York, Inc. www.lacultura.com.ar/EcuaYork