Roy Guadalupe on Tue, 20 Nov 2001 17:26:01 +0100 (CET) |
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[nettime-lat] <Noam Chomsky> <James Petras> (2 articulos) |
"El terrorismo funciona" Noham chomsky Al-Ahram Weekly El terrorismo sí funciona: es el arma de los fuertes. Es un error analítico muy grave decir, como se hace habitualmente, que el terrorismo es el "arma de los débiles". Al igual que cualquier otro tipo de violencia, el terrorismo es fundamentalmente el arma de los fuertes. De hecho, lo es de un modo arrollador. Simplemente se dice que es el arma de los débiles porque el fuerte ejerce también el control sobre los sistemas de adoctrinamiento y porque su terror (el del fuerte) no cuenta como tal. EMPECEMOS por la idea comúnmente aceptada de que lo ocurrido el 11 de septiembre es un acontecimiento histórico, algo que cambiará el curso de la historia. La pregunta es, ¿por qué? La siguiente pregunta tiene que ver con la "guerra contra el terrorismo". ¿De qué va exactamente? Otra pregunta relacionada con la anterior sería, ¿qué es terrorismo? La pregunta más importante que debemos hacernos tras el 11 de septiembre es, ¿qué está ocurriendo en la actualidad? Implícita queda la pregunta de qué podemos hacer al respecto. Según el New York Times, hay entre siete y ocho millones de personas a punto de morir de hambre en Afganistán. De hecho, esto ya era cierto antes incluso del 11 de septiembre. Esta gente dependía de la ayuda internacional para sobrevivir. El 16 de septiembre, The Times aseguraba que "EEUU ha exigido a Pakistán la suspensión del tránsito de convoyes que transportan alimentos y suministros a la población civil afgana". Que yo sepa, dentro de EEUU no se ha producido ninguna reacción ante la exigencia de imponer a millones de personas la muerte por inanición. La amenaza de los ataques militares después del 11 de septiembre hizo que muchos trabajadores de organizaciones de ayuda internacional fueran retirados de los programas. "El país [Afganistán] estaba en coma; nosotros simplemente hemos desenchufado la máquina". Así hablaba un trabajador de ayuda humanitaria, según The New York Times Magazine. [La Agencia de Naciones Unidas, NNUU] Programa Mundial de Alimentos -que con diferencia era el programa más grande funcionando en el país- ha podido reanudar la distribución de alimentos a principios de octubre, pero a un ritmo considerablemente menor. Dentro de Afganistán no hay trabajadores de organizaciones humanitarias, así que el sistema de distribución de alimentos se encuentra con muchos obstáculos. Todo el trabajo fue interrumpido tan pronto como comenzaron los bombardeos. Poco después se reanudó el programa de alimentos de NNUU (aunque muy lentamente), mientras las agencias de ayuda humanitaria lanzaban mordaces críticas ante la iniciativa norteamericana de lanzar paquetes de comida, denunciándola como "una arma propagandística que hacen más mal que bien", según comentaba el Financial Times de Londres. Tras la primera semana de bombardeos, The New York Times informaba, en una de sus páginas interiores y dentro de una columna dedicada a otras cuestiones, que según las cuentas de NNUU, pronto habría más de siete millones y medio de afganos que necesitarían un trozo de paz, y que tan solo quedaban unas cuantas semanas antes de que el duro invierno imposibilitara la llegada de suministros a muchas zonas del país. Según el artículo, mientras caen las bombas la distribución de la ayuda no llega ni siquiera a la mitad de lo que se necesita. Un comentario casual, que nos dice que la civilización occidental anticipa ya el exterminio de entre tres y cuatro millones de personas (bueno, ustedes hagan sus cuentas). Mientras tanto, el líder de la civilización occidental rechazó despreciativamente, una vez más, las ofertas de negociación que podrían conducir a la entrega del supuesto objetivo, Osama Ben Laden, así como una petición de pruebas que justificaran la exigencia norteamericana de rendición total. El mismo día en que esta oferta era categóricamente rechazada, el enviado especial de NNUU responsable de la distribución de alimentos rogaba a los norteamericanos que detuvieran los bombardeos para intentar salvar a millones de víctimas. Que yo sepa, la petición ni siquiera quedó reflejada en los medios de comunicación. Pocos días después, otras agencias de ayuda humanitaria como Oxfam y Ayuda Cristiana (Christian Help) se unieron a la petición [de NNUU]. Esto último también pasó desapercibido. Parece que lo que está ocurriendo es una especie de genocidio silencioso. Lo que está pasando nos ofrece también una idea bastante acertada de lo que es la cultura de las elites, una cultura de la que somos parte. Todo lo ocurrido es indicativo de que, pase lo que pase -que no lo sabemos-, se están trazando planes y poniendo en práctica programas que podrán conducir a la muerte a varios millones de personas en las próximas semanas. Todo muy casual, sin comentarios, sin darle muchas vueltas en la cabeza al tema. Es casi, casi normal, aquí y en buena parte de Europa. Pero no en el resto del mundo. De hecho, ni siquiera lo es en otra buena parte de Europa. Pero vayamos ahora a una cuestión algo más abstracta, olvidando por el momento que aparentemente estamos a punto de intentar asesinar a tres o cuatro millones de personas. No a los talibán, por supuesto, sino a sus víctimas. Un acontecimiento histórico Volvamos ahora a la pregunta sobre el acontecimiento histórico del 11 de septiembre. Creo que fue un acontecimiento histórico; desafortunadamente, no a causa de sus dimensiones. A pesar de lo desagradable de pensar en ello, no es algo tan inusual, a pesar de que probablemente es el número de víctimas más elevado de este tipo de crímenes. Por desgracia, hay crímenes terroristas con efectos que son incluso más extremos. Sin embargo, el 11 de septiembre fue un acontecimiento histórico porque se produjo un cambio. El cambio consistió en la dirección hacia la que apuntaban las pistolas. Eso es nuevo. Radicalmente nuevo. La última vez que el territorio norteamericano fue atacado o si acaso amenazado fue durante el ataque británico contra Washington en el incendio de 1814. Tras los ataques, la prensa hablaba de Peral Harbor, pero no es una buena analogía. Sea cual sea nuestra idea sobre Pearl Harbor, los japoneses bombardearon bases militares en dos colonias norteamericanas, no el territorio nacional (que por cierto nunca estuvo amenazado). Estas colonias habían sido arrebatadas a sus habitantes de un modo nada agradable. EEUU prefería hablar de Hawai y la Filipinas como "territorios", aunque en realidad se tratase de colonias. En esta ocasión es el territorio nacional el que ha sufrido un ataque a gran escala. Podemos encontrar unos pocos ejemplos al margen, pero este es único. Durante estos 200 años, nosotros, Estados Unidos, hemos expulsado y prácticamente exterminado a la población indígena del país. Eso son varios millones de personas. Hemos conquistado la mitad de México, depredado aquí y allá, en el Caribe y en América Central, y algunas veces más allá. Conquistamos Hawai y las Filipinas, asesinando de paso a cientos de miles de filipinos. Desde la Segunda Guerra Mundial, EEUU ha extendido su influencia por todo el globo con métodos que no necesito describir aquí. Pero siempre se estaba asesinando a otros, la lucha se desarrollaba siempre en otro lugar: eran otros los que eran masacrados. En el caso de Europa, el cambio es si cabe más dramático porque su historia es si cabe aún más horrorosa que la de EEUU. Básicamente, EEUU es un vástago de Europa. Durante cientos de años, Europa ha ido asesinando a gente por todo el mundo. Así conquistaron el mundo, no repartiendo caramelos. En todo este tiempo, Europa ha sufrido guerras asesinas, pero eran los europeos matándose unos a otros. El deporte preferido de los europeos durante cientos de años fue el asesinato mutuo. La única razón por la que se puso fin a todo esto en 1945 no tiene nada que ver con la democracia, ni con no enfrentarse unos con otros, o ideas similares. Tuvo que ver con el hecho de que todos comprendieron que la próxima partida significaría el fin del mundo. Por los europeos, y también los norteamericanos, habían desarrollado tales armas de destrucción masiva que les obligaban a poner punto final al juego. Durante todo este periodo asesino y sangriento, los europeos se masacraban los unos a los otros, pero también masacraban a otras gentes. Hay pequeñas excepciones, pero tan pequeñas que son ciertamente invisibles en la escala de lo que Europa y EEUU han hecho por todo el globo. Este ha sido el primer cambio. La primera vez en que las pistolas apuntaban en la dirección contraria. El mundo se ve de manera diferente dependiendo de si uno tiene el látigo en la mano, o si ha tenido que sufrir los latigazos durante cientos de años. Muy diferente. Creo que la sorpresa y el shock, por lo tanto, son comprensibles. Esta es la razón por la cual el resto del mundo mira lo ocurrido de un modo bastante diferente. No falta la compasión hacia las víctimas de la atrocidad ocurrida, ni el sentimiento de horror ante dichas atrocidades; el sentimiento es generalizado. Pero se ve desde otra perspectiva diferente. Eso es algo que quizás deberíamos tratar de comprender. ¿Qué es "la guerra contra el terrorismo"? Pasemos a la pregunta sobre el terrorismo. ¿Qué es eso de "la guerra contra el terrorismo"? En las altas esferas, la guerra contra el terrorismo ha sido descrita como la lucha contra una plaga, un cáncer extendido por bárbaros, por "adversarios depravados de la civilización". Es un sentimiento que comparto. Las palabras que he citado fueron pronunciadas, sin embargo, hace 20 años. He citado al presidente Reagan y a su secretario de Estado. La Administración Reagan comenzó su periodo de gobierno hace 20 años afirmando que la guerra contra el terrorismo internacional se convertiría en la pieza central de la política exterior norteamericana, describiéndola en los términos que he citado. Y así fue. La Administración Reagan respondió a esta "plaga extendida por los oponentes depravados de la civilización" creando una red de terrorismo internacional extraordinaria, sin precedente alguno en cuanto a sus dimensiones, una red que ejecutó atrocidades en masa por todo el mundo. No voy a repasar toda la gama de atrocidades, pero sí mencionaré un solo caso absolutamente incontrovertible: la guerra EEUU-Reagan contra Nicaragua. Es incontrovertible porque hay una serie de dictámenes de las autoridades internacionales más importantes: el Tribunal Internacional de Justicia, el Tribunal Mundial, y el Consejo de Seguridad de NNUU. Este es un caso que no admite controversia, al menos entre quienes tienen un mínimo de consideración hacia la legalidad internacional, los derechos humanos, la justicia, y todas esas cosas. El caso de Nicaragua es especialmente relevante, no solo por su carácter incontrovertible, sino porque nos ofrece un precedente sobre cómo un Estado que respeta la ley respondería (de hecho, sobre cómo respondió) ante un caso de terrorismo internacional que no admite discusión. Un caso de terrorismo que, por cierto, fue más extremo que los acontecimientos del 11 de septiembre. La guerra EEUU-Reagan contra Nicaragua terminó con decenas de miles de asesinados y el país completamente arruinado, quizás para siempre. Nicaragua respondió. Pero los nicaragüenses no respondieron bombardeando Washington. Respondieron llevando a EEUU ante el Tribunal Mundial con una querella en la que no tuvieron ningún problema a la hora de reunir pruebas. El Tribunal Mundial dictaminó a favor de Nicaragua, condenando lo que se denominó el "ejercicio ilegal de la fuerza", sinónimo de terrorismo internacional. El tribunal exigió a EEUU poner fin a los crímenes y pagar reparaciones masivas [a Nicaragua]. Los norteamericanos, por supuesto, rechazaron el dictamen del tribunal con el más absoluto desprecio y anunciaron que no aceptarían la jurisdicción de dicho tribunal en adelante. Nicaragua acudió entonces al Consejo de Seguridad de NNUU, donde se discutió una resolución en la que se pidiese a todos los Estados respetar la legalidad internacional. No se mencionaron nombres, pero todo el mundo lo entendía. EEUU vetó la resolución. En la actualidad, EEUU es el único país del mundo que ha sido condenado por el Tribunal Mundial por actos de terrorismo internacional y que ha vetado una resolución del Consejo de Seguridad pidiendo a los Estados miembros el cumplimiento de la legalidad internacional. Nicaragua acudió entonces a la Asamblea General de NNUU, lugar donde técnicamente el veto no existe pero donde un voto negativo de EEUU equivale al veto. La Asamblea General aprobó una resolución similar: únicamente votaron en contra EEUU, Israel, y El Salvador. Al año siguiente, Nicaragua volvió a presentar el caso ante la Asamblea General de NNUU. En esta ocasión, EEUU solamente pudo contar con el apoyo de Israel, así que dos votos se enfrentaron al cumplimiento de la legalidad internacional. En aquel punto, Nicaragua había agotado ya todos los recursos legales a su alcance, y había llegado a la conclusión de que esos recursos no funcionan en un mundo dominado por la fuerza. El terrorismo, por otra parte, sí funciona; es el arma de los fuertes. Es un error analítico muy grave decir, como se hace habitualmente, que el terrorismo es el "arma de los débiles". Al igual que cualquier otro tipo de violencia, el terrorismo es fundamentalmente el arma de los fuertes. De hecho, lo es de un modo arrollador. Simplemente se dice que es el arma de los débiles porque el fuerte ejerce también el control sobre los sistemas de adoctrinamiento y porque su terror (el del fuerte) no cuenta como tal. Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca =============================================================== "El 11 de setiembre: más allá de la tragedia humana" El otro World Trade Center/Pentágono James Petras Traducción para Rebelión: Marta Negro El 11 de setiembre los medios de comunicación ofrecieron al mundo imágenes de una tragedia humana - gente saltando por las ventanas, edificios derrumbándose, y heroicos bomberos y policías muriendo al intentar rescatar a las víctimas. Nos dijeron que diez mil ciudadanos norteamericanos habían sido víctimas de un ataque terrorista indiscriminado contra los Estados Unidos. Periodismo de investigación reciente nos muestra una versión completamente diferente de los hechos del 11 de setiembre. Según la Cruz Roja de los Estados Unidos, el número de víctimas es de 2.563. Según la Associated Press, es de 2.625. Casi un cuarenta por ciento eran extranjeros que trabajaban en los Estados Unidos. En otras palabras, el número total de víctimas de Nueva York puede que no exceda de 1.500 ciudadanos norteamericanos. La cifra que dieron los funcionarios de la ciudad de Nueva York afirma que hubieron el doble de víctimas (4.964) - probablemente por razones políticas, para conseguir más fondos del gobierno federal para reconstruir el distrito financiero. La pregunta que surge es si la muerte de 1.500 ciudadanos norteamericanos justifica una guerra que ya ha provocado el éxodo de 3 millones de afganos y provocado la muerte de varios miles de civiles a causa de bombardeos, malnutrición y enfermedades. En segundo lugar, el WTC no era solamente un "símbolo" de poder económico - según el periódico inglés The Guardian (2 de noviembre 2001) era un centro de la CIA y los servicios secretos. El sótano, 20 metros bajo tierra, almacenaba cientos de armas, incluidos rifles de asalto, bloques de cocaína y taxis falsos usados en operaciones secretas en los Estados Unidos. En otras palabras, la CIA usaba la tapadera civil del WTC como un centro operacional y logístico en el sótano, poniendo en peligro de un modo irresponsable a los civiles que trabajaban en las oficinas de arriba. En tercer lugar, el sótano del WTC era uno de los mayores depósitos de oro del mundo, valorado en 350 millones de dólares. Los inquilinos del WTC incluían los grandes grupos financieros de los Estados Unidos, quienes son directamente responsables de muchas de las grandes tomas de poder y deudas en el extranjero. Incluían J.P.Morgan, Merril Lynch y muchas de las principales empresas financieras que controlan la economía mundial. En otras palabras, no se trató de un ataque indiscriminado contra "América", sino de un ataque político contra un importante objetivo militar-financiero que es primordial para el imperio global de los Estados Unidos. En el caso del ataque a Washington, el objetivo militar, el Pentágono, está directamente involucrado en la planificación e implementación de las estrategias militares de los Estados Unidos para destituir a los regímenes nacionalistas y socialistas, para reafirmar la hegemonía global de Washington y proteger las redes financieras y de inversión de los Estados Unidos. Esto plantea la pregunta fundamental de si la declaración de guerra de Washington se basó en la muerte de un reducido número de ciudadanos norteamericanos (posiblemente 1.500) o en el contenido político-económico del WTC y el Pentágono. El hecho de poner la CIA y los servicios secretos en un edificio catalogado de civil (WTC) proporcionaba una "tapadera protectora" para los activistas de la ciudad de Nueva York, pero ponía a los ocupantes del WTC directamente en la línea de fuego de los numerosos adversarios de la CIA. Algunas de las víctimas del WTC son conocidos estafadores. Poco después del 11 de setiembre, los directores de First Equity Enterprises, que tenían oficinas en el WTC, usaron los ataques terroristas para desaparecer con 100 millones de dólares en fondos fraudulentos. Numeroso otros casos de fraude y explotación comercial han salido a la luz, incluyendo exageradas reclamaciones a compañías de seguros, la venta de recuerdos por parte de vendedores ambulantes, la desaparición de millones de dólares en ayudas financieras destinadas a los familiares de las víctimas (el presidente de la Cruz Roja norteamericana tiene un sueldo de 350 mil dólares). Esto no es de extrañar dada la competencia sanguinaria que existe entre las instituciones financieras y los consejeros de inversión que trabajaban en el WTC. Mientras que no hay duda alguna de que mecanógrafos y porteros también murieron en el ataque, había entre las víctimas un número desproporcionado de financieros y especuladores en cambio de moneda que cobraban enormes sueldos. El punto teórico es que la explosión del sentimiento de guerra de Washington probablemente tuvo más que ver con la "calidad" y no la "cantidad" de las víctimas y su influencia en los mercados financieros globales. Las subsiguientes sacudidas a la economía norteamericana - el miedo de inversores y banqueros, la caída de la bolsa - tuvo muy poco que ver con las secretarias y los porteros, y mucho que ver con la importancia económica de las instituciones financieras afectadas. Además, el momento escogido para el ataque coincidió con la creciente recesión y sirvió para acelerar la crisis económica. En octubre, 450 mil trabajadores perdieron sus puestos de trabajo - la cifra mensual más alta de la historia reciente. Es obvio que la decisión de los terroristas no fue un acto de venganza basado en la religión, sino en un estratégico entendimiento económico de la posición económica y espacial de su objetivo, y del momento escogido en el ciclo económico. El lugar y el tiempo fueron seleccionados con tal de maximizar los efectos estratégicos a la economía norteamericana - y no para cobrar el mayor número de vidas humanas. En resumen, los actos del 11 de setiembre tienen dos caras: la tragedia humana y el heroísmo personal que la CNN nos presentó, y el conflicto de poder económico y político entre el imperio de los Estados Unidos y sus adversarios en el Tercer Mundo. Los medios de comunicación y Washington manipulan la tragedia humana para desviar la atención de las dimensiones económicas y militares del conflicto. Esta manipulación se ha hecho evidente hasta en sectores del público norteamericano. Ni dos meses después del 11 de setiembre, los mismos bomberos de la ciudad de Nueva York, alabados por el alcalde por su heroísmo, se manifestaron en las ruinas del WTC para protestar contra la reducción presupuestaria del personal asignado a la búsqueda entre las ruinas. El alcalde Guiliani clasificó a los bomberos de alborotadores e infractores de la ley y alabó a la policía por la represión de la protesta. El alcalde ha reducido el presupuesto asignado a los bomberos para financiar la reconstrucción del centro financiero. Los héroes de ayer son los proscritos de hoy. Del mismo modo, los beneficiarios de los subsidios federales no son los trágicos ex empleados que han perdido su trabajo sino los empresarios millonarios. Los empleados que sufrieron la tragedia del 11 de setiembre se han convertido de nuevo en víctimas, esta vez en manos del gobierno de la ciudad, sus jefes y Washington. Las víctimas de la tragedia, ya no útiles como propaganda política a favor de la guerra, han sido ignoradas y ahora hacen cola frente a las oficinas de empleo. Lo que sugiero es que el 11 de setiembre fue un acto complejo en el que la tragedia humana y cuestiones políticas estratégicas se entrelazaron. La explotación, distorsión y el encubrimiento por parte del gobierno y los medios de comunicación no reducen la tragedia humana. Pero esto también sugiere que, dada la naturaleza estratégica del objetivo, los terroristas actuaron con premeditación: si su intención era desafiar al imperio, escogieron un objetivo importante, aunque el daño circunstancial no deja de ser atroz. __________________________________________________ Do You Yahoo!? Find the one for you at Yahoo! Personals http://personals.yahoo.com _______________________________________________ Nettime-lat mailing list Nettime-lat@nettime.org http://amsterdam.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat