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Recrean invidentes momentos de vida
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Las ensoñaciones de una persona, invidente o no, se relacionan con sus
preocupaciones y deseos

Por JOSÉ GALINDO / Grupo Reforma

Ciudad de México (31 mayo 2003).- Los sueños de Marta y Alan no contienen
líneas, luces, figuras ni colores. Sueñan sin imágenes.
Alan soñó que su padre compraba un Topaz "muy bonito, de cuatro puertas,
lisito"; Marta, que estaba a punto de subirse al Metro con dos amigas, pero
la puerta se cerraba sin que alcanzara a entrar.

Se suele creer que imagen y sueño son indisociables. Pero es falso. /  FOTO:
JUAN IGNACIO ORTEGA JIMÉNEZ
 

En sus sueños no había representaciones visuales, pero sabían, en el caso de
Alan, cómo era viajar en coche, y en el de Marta, qué se siente al pararse
en un andén.
"Por supuesto que las personas ciegas de nacimiento sueñan. Elaboran las
escenas de los sueños con las vivencias que tienen", explica el director de
la Clínica de los Trastornos del Sueño de la UNAM, Reyes Haro.
El contenido de las ensoñaciones de una persona se relaciona con lo que hace
cotidianamente, con situaciones impactantes o preocupantes, y con sus
deseos, explica Haro. Con los sueños de los ciegos ocurre lo mismo, sólo que
sus vivencias no incluyen la visión.
El somnólogo --uno de los términos que los propios especialistas han acuñado
para denominar su especialidad-- señala que los sueños se producen en una de
las cinco etapas del dormir.
Hay cuatro etapas de sueño ligero antes de llegar al momento conocido como
"sueño de Movimientos Oculares Rápidos" (MOR), que es el sueño más profundo
y también en el que tienen lugar las ensoñaciones, indica.
Hace medio siglo, dice, se descubrió que en el momento en que sueñan, las
personas mueven

  los ojos en todas direcciones. Otra característica de esta etapa es que no
tienen tono muscular, están totalmente relajadas. Además, aumentan sus
frecuencias respiratoria y cardiaca, y pierden el control sobre la
temperatura.
Cuando se ha aplicado a ciegos de nacimiento técnicas para distinguir si una
persona está solamente dormida (en una de las etapas de sueño ligero) o si
está teniendo ensoñaciones, se ha comprobado que en los invidentes opera el
mismo mecanismo fisiológico que en las personas que ven, explica Haro.
"Los ciegos también tienen esa etapa que llamamos sueño de MOR. Los adultos
tenemos ensoñaciones cada 90 minutos; es decir, cada hora y media llegamos a
la etapa más profunda del sueño. En las primeras horas que pasamos dormidos,
los periodos de MOR son cortos, de 10 a 20 minutos, y en las últimas, duran
de 30 minutos a una hora. Éstos son los sueños que solemos recordar".
Hugo Hiriart escribe en Sobre la naturaleza de los sueños (ERA, 1995) que,
si bien se suele pensar que los sueños son una suerte de cine interior, "las
imágenes no pueden ser la materia de los sueños".
De otro modo, apunta, ¿cómo podría soñar un ciego de nacimiento?
"Una señora en mi pueblo me decía que cómo era posible que soñara", recuerda
Marta, "que eran mentiras, que eso lo inventaba yo para hacer plática". Y es
que, como escribe Hiriart, se suele creer que imagen y sueño son
indisociables. Pero es falso.
"Soñar no es 'ver' imágenes, soñar es conjeturar un trozo de vida, un
momento, una escena, tal como la vivimos", escribe Hiriart.
La conversación con Marta parece confirmar esta idea, sobre todo cuando se
le vuelve a preguntar: "¿En su sueño ve el Metro?".
"Mi sueño es como ahorita que usted y yo estamos hablando, o sea sin ver.
Tal como estoy ahorita, así es mi sueño", responde.
El sueño remite, pues, a un trozo de vida, como apunta Hiriart, sólo que con
el "libreto desquiciado".

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