Silvestre Byrón on Tue, 15 Jul 2003 20:17:59 +0200 (CEST)


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[nettime-lat] EAF - Marlene, el "objeto" Dietrich


                Tercera Temporada EAF
             MARLENE, EL "OBJETO" DIETRICH
      
      34.400 sitios la actualizan en la vía móvil de
la red de redes.    
      En pleno dominio Madonna, el glamour de Marlene
Dietrich se afirma como el máximo ícono del
espectáculo creado por la «civilización de las
imágenes». Solo un proceso de identificación y
proyección (Edgar Morin)entre la mirada y la
representación lo hace posible.
      Una muestra de su guardarropa, "Marlene
Dietrich. Creación de un mito" en el palacio Galliera
de París, Francia, la transfigura en objeto del deseo.

      ¿Fetichismo? Una crónica publicada ayer por La
Nación describe como Marlene se transfigura en
"objeto"; el fetiche Dietrich.-  
  
             LOS "OBJETOS" DE LA DIETRICH  
 
      Murió en mayo de 1992, su centenario fue
celebrado en todo el mundo hace menos de dos años,
pero desde el mes pasado Marlene Dietrich deambula
otra vez por su barrio parisiense predilecto. Se
insinuó el jueves 12, cuando inauguraron una plaza con
su nombre a poca distancia del inexpugnable piso en la
avenue Montaigne que ocupó hasta el final, y la
materialización se completó un par de días después con
la apertura de la exposición "Marlene Dietrich.
Creación de un mito" en el palacio Galliera, también
en el privilegiado distrito dieciséis. 

      Los doscientos cuarenta artículos exhibidos en
un laberinto de ocho salones la convierten en la
muestra más importante que se haya dedicado nunca a
una figura del espectáculo, una séance con la
desafiante novedad de que lo convocante son prendas,
porque el Galliera es un museo de la moda y allí los
fantasmas vuelven para ocupar la ropa que usaron en la
vida de todos los días y las fiestas de todas las
noches. 

      Dietrich fue una compradora de vestuario
compulsiva que nunca tiró un solo trapo ni tampoco las
facturas de las maisons en las que se abastecía y
ahora reaparecen como comprobantes del alto costo de
mantenimiento de la imagen que ella misma se diseñó.
"Seducción es lo que vendo -decía- y ser seductora
requiere mucho dinero, pero vale la pena porque mis
trajes provocan más comentarios que cualquier otra
cosa que tengo para ofrecer, fuera de mi silueta." 

                          * * * 

      Han pasado meses revolviendo en el inmenso
guardarropa que su hija vendió en bloque al gobierno
alemán -tres mil vestidos, incontables sombreros y
carteras, calzado, centenares de pares de guantes,
prendas íntimas, valijas y baúles-, pero es imposible
pensar en montaje más ingenioso para ilustrar la
lucidez con que esta mujer, que siempre puso el estilo
por encima de la moda, se valió de todo lo que fuera
posible echarse encima para reflejar las fantasías de
sus adoradores, reciclarse tres veces en el cine y
permanecer como arquetípica cantante-objeto. 

       Comienza como una caminata en las penumbras
contemplando piezas de altísima costura etiquetadas
Dior, Schiaparelli o Chanel, luego vienen los jeans
Lee y pijamas de hombre que acostumbraba a usar y de
repente se transforma en un festín para voyeurs y
fetichistas, porque la lencería hay que espiarla en
posición incómoda y quien quiera acariciar la textura
de las telas debe introducir el antebrazo en estrechos
agujeros -el autor de esta columna lo retiró con
dificultad, satisfecho aunque algo arañado- siempre
con la voz de Marlene cantando "You go to my head" en
la distancia. 

       La exposición es escasa en trajes vistos en
películas pero contiene la totalidad del suntuoso
atuendo que mostró en sus shows. Variaciones tituladas
"Viento", "Hojas" o "Anguila" de aquel apretado tubo
dentro del cual había que imaginarla desnuda y las
capas en que se envolvía de entrada, incluyendo la
denominada "Cisne", un monumento de plumas que aparece
como algo duro de tolerar sobre los hombros mientras
se canta e imposible de trasladar de un lado al otro
del mundo. 

      El obediente costurero de esas fantasías en tul,
plumas y pedrería y de los fracs que la transformaban
en una travesti fascinante era Jean-Louis, maestro del
glamour hollywoodense, pero las ideas venían de la
propia Dietrich, que gracias a ese talento para lo
visual logró mantener su número musical vigente
durante más de veinte años sin cambiar nada más que
los vestidos. 

      No se discute que su expresión vocal cínica,
insinuante y decadente ha quedado incorporada al
vocabulario básico de la canción popular. Era
necesaria esta exhibición de la ropa de escena para
descubrir que también la intuición de Marlene para
administrar las apariencias ha sido imitada por los
mayores íconos del pop: Elvis y Liberace, Raphael y
Elton John, y además el genio del glitter, David
Bowie, que no por casualidad estuvo junto a ella en
"Gigoló", la película con la que se despidió cantando
en 1978. 
     FUENTE: Jorge H. Andrés. La Nación,14/7/03. 
                    EAF/2003.-
          Geocities.com/eaf_underground
          Geocities.com/eaf_iniciacion





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