Silvestre Byrón on Wed, 4 Feb 2004 18:24:58 +0100 (CET)


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[nettime-lat] EAF - Impugnaciones: Samuel Eichelbaum


            EAF/Portfolio - El Nuevo Comentario
               IMPUGNANDO AL “SÉPTIMO ARTE”
                    Samuel Eichelbaum

   En su «Manifeste des sept arts» (Manifiesto de las
siete artes) Ricciotto Canudo planteó al cine como
“séptimo arte” entre disciplinas “estáticas” y
“dinámicas” después de la Arquitectura 1°, la Música
2°, la Escultura 3°, la Pintura 4°, la Danza 5°, la
Poesía 6° y el Cine 7°. El sistema, que también
consideró una “fusión” de las artes plásticas y las
rítmicas, la cultura científica y artística, sería
impugnado por autores, teóricos y realizadores, que
pusieron al cine en cuestión. Desde una mirada teatral
Samuel Eichelbaum impugna al cine como arte
complaciente.-

   El estilo analítico, la búsqueda psicológica y una
tensión reflexiva caracterizan su obra teatral:
«Divorcio nupcial», «El gato y la selva», «Las aguas
del mundo», «Rostro perdido», «Un cuervo sobre el
Imperio», «Gabriel, el olvidado». Él mismo se calificó
como un “maniático de la introspección”. Mejor
conocido por «Un guapo del 900» -dos veces llevada a
la pantalla- Samuel Eichelbaum impugnó al séptimo arte
como una droga. En una secuencia de la comedia
«Subsuelo» (1963), el diálogo sostenido entre Jaime
Barón, Matilde y Obdulia, destaca un miramiento ético
entre el cine y el teatro. 

                          SUBSUELO

MATILDE. (Luego de un silencio, un poco pesado para
los tres.) - ¿Así que usted había sido artista?
JAIME BARON.- No es para tanto. Trabajo en el teatro,
soy actor y aspiro a ser artista algún día.
MATILDE. (Con cierto desenfado.) – Eso es lo que quise
decir. Ha hecho bien en hacer una aclaración que a mí
no me correspondía. (Tras una pausa.) Nosotras vamos
al cine únicamente. No sé por qué no vamos al teatro.
OBDULIA.- En un tiempo sabíamos ir. Pero hemos visto
tantas malas obras, que se nos fue, sin sentirlo casi,
las ganas de volver. Siempre recordamos a un viejo
amigo, muerto ya, el pobre, hace bastantes años, que
nos hablaba escandalizado de nuestro teatro. Lo
llamaba el teatro “Nacional”.
JAIME BARON.- Pero, ¿iba?
OBDULIA.- Por obligación. Escribía la crítica en un
diario. ¿En qué diario escribía, Matilde?
MATILDE.- No recuerdo. Ni falta que hace hacer
referencias desagradables a algo que es tan respetable
para el amigo… Jaime.
JAIME BARON.- Le agradezco su gentileza , pero le
aseguro que no me molesta. Quienes gastan tiempo y
dinero por el gusto de ir al cine, ya por costumbre,
no pueden hablar de teatro tan tranquilamente como lo
hacen.
OBDULIA.- Nuestro amigo no iba jamás al cine.
JAIME BARON.- No me refiero a él sino a ustedes, que
siguen apegadas al juicio del amigo que recuerdan. Yo
voy también al cine –hasta trabajé en algunas
películas-, pero lo creo una droga. Todos sabemos que
administrada en pequeñas dosis puede salvar hasta la
muerte. Tomada, en cambio, por costumbre, mata. Alguna
que otra película ennoblece al cine, mostrándonos
caras sufrientes y misteriosas, en peripecias
extrañas, que nos permiten apreciar la vida desde
ángulos desconocidos. Pero cuando esto ocurre, los
productores se estremecen de miedo y se recobran
inmediatamente, lanzando al mercado nuevas ristras de
adefecios para conservar la clientela.
MATILDE.- Qué odio le tiene al cine!
JAIME BARON.- ¿Les agradan siempre las películas que
ven?
MATILDE.- Muy pocas veces.
JAIME BARON.- Pero vuelven.
OBDULIA.- Quien vuelve es Jorge. (En efecto, Jorge
reaparece con tres pocillos de café, con los cuales
hace visibles equilibrios para no volcarlos, y los
distribuye, omitiéndose a sí mismo.)
JAIME BARON.- (Mientras revuelve con la cucharilla su
café.) - ¿Sabe por qué vuelven? Porque no le exigen
nada o poco menos que nada. Al teatro no se puede ir a
no exigir. Es demasiado importante para perdonarle
todo. El teatro es siempre una apelación ante la vida.
Sino encontramos ninguna respuesta, ningún consuelo,
renegamos de él como renegamos de la vida misma cuando
nos castiga. Por eso yo no me quejo nunca de los
críticos negativos. Cuando me parecen demasiado
injustos, pienso que aún no han dado con el consuelo
que necesitan, pero sé que algo serio buscan en el
teatro. Ah… Y perdonen. Se me está enfriando el café.
MATILDE.- Está muy rico.
Serie de los contemporáneos. Págs. 217-18. EUDEBA,
1966. 
1ª Ed.Internet: Geocities.com/eaf_underground;
14/4/03.

                        EAF/2004.-






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